lunes, 29 de septiembre de 2014



¿Es pecado la gula? ¿Qué dice la Biblia respecto al comer de más?
La gula parece ser un pecado que les gusta ignorar a los cristianos. Estamos listos para etiquetar como pecados el fumar o beber, pero por alguna razón la glotonería es aceptada o al menos tolerada. Muchos de los argumentos usados contra el fumar y tomar, tales como la salud y la adicción, se aplican igualmente al comer de más. Muchos creyentes ni siquiera considerarían tomar un vaso de vino o fumar un cigarro, pero no vacilan en atiborrarse de comida en la mesa, hasta el punto de sentirse que van a explotar. ¡Esto no debe ser así!

Proverbios 23:20-21 nos advierte, “No estés con los bebedores de vino, ni con los comedores de carne; porque el bebedor y el comilón empobrecerán, y el sueño hará vestir vestidos rotos.” Proverbios 28:7 declara, “El que guarda la ley es hijo prudente; mas el que es compañero de glotones avergüenza a su padre.” Proverbios 23:2 proclama, “Y pon cuchillo a tu garganta, si tienes gran apetito.” 

Los apetitos físicos son una analogía de nuestra habilidad para controlarnos a nosotros mismos. Si somos incapaces de controlar nuestros hábitos alimenticios, probablemente también somos incapaces de controlar otros hábitos como los de la mente (lascivia, avaricia, ira), e incapaces de guardar nuestra boca del chisme o del conflicto. No debemos permitir que nuestros apetitos nos controlen, sino más bien debemos ejercer control sobre nuestros apetitos. (Ver Deuteronomio 21:20, Proverbios 23:2; 2 Pedro 1:5-7, 2 Timoteo 3:1-9, y 2 Corintios 10:5) La habilidad de decir “no” a cualquier exceso – el “auto-dominio”— es uno de los frutos del Espíritu que es común para todos los creyentes (Gálatas 5:22).

Dios nos ha bendecido al llenar la tierra con alimentos que son deliciosos, nutritivos y aún placenteros. Debemos honrar la creación de Dios, disfrutando de estas comidas, y consumiéndolas en cantidades apropiadas, a la vez controlamos nuestros apetitos, en vez de permitir que ellos nos controlen.


¿Cómo puedo experimentar el gozo en mi vida cristiana?
Los períodos de tristeza y depresión pueden entrar aún en la vida de los más devotos cristianos. Vemos muchos ejemplos de esto en la Biblia. Job deseaba que nunca hubiera nacido (Job 3:11). David oraba para que fuera llevado a un lugar donde no tuviera que lidiar con la realidad (Salmo 55:6-8). Elías, aún después de vencer a los 450 profetas de Baal pidiendo que bajara fuego del cielo (1 Reyes 18:16-46), huyó al desierto y le pidió a Dios que le quitara la vida (1 Reyes 19:3-5). 

Así que, ¿cómo podemos superar estos períodos de ausencia de gozo? Podemos ver cómo estos mismos personajes superaron sus momentos de depresión. Job dijo que, si oramos y recordamos nuestras bendiciones, Dios nos restaurará el gozo y la justicia (Job 33:26). David escribió que el estudio de la Palabra de Dios alegra el corazón (Salmo 19:8). David también descubrió, que era necesario alabar a Dios aún en medio de la desesperación (Salmo 42:5). En el caso de Elías, Dios lo dejó descansar por un tiempo y después envió a un hombre, Eliseo, para atenderlo (1 Reyes 19:19-21). Nosotros en la actualidad aún necesitamos amigos con quienes podamos compartir nuestras heridas y penas (Eclesiastés 4:9-12). Trata de compartir cómo te sientes con algún hermano en Cristo en quien tú confíes. Puede sorprenderte descubrir que él también ha estado batallando con algunas de las mismas cosas por las que estás pasando ahora.

Lo más importante es que, al morar inevitablemente dentro de nosotros nuestros problemas, nuestras heridas y especialmente nuestro pasado, éstos jamás producirán un verdadero gozo espiritual. El gozo no se encuentra en el materialismo, ni se encuentra en la psicoterapia, y ciertamente tampoco se encuentra en la obsesión con nosotros mismos. Se encuentra en Cristo. Los que pertenecemos al Señor “… nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne.” (Filipenses 3:3). El conocer a Cristo es llegar a tener un sentido adecuado de nosotros mismos, y un verdadero espiritualismo interior en Cristo, haciendo imposible el gloriarnos en nosotros mismos, en nuestra sabiduría, fortaleza, riquezas, o bondad, sino en Cristo, en Su sabiduría y fortaleza, en Sus riquezas y bondad, y en Su Persona solamente. Sumérgete en Él, en Su Palabra, y busca conocerlo más íntimamente. Si le permanecemos, Él ha prometido que “nuestro gozo será cumplido” (Juan 15:1-11). 

Finalmente, recuerda que es sólo a través del Espíritu Santo de Dios, que podemos encontrar el gozo verdadero (Salmo 51:11-12; Gálatas 5:22; 1 Tesalonicenses 1:6). No podemos hacer nada, aparte del poder de Dios (2 Corintios 12:10, 13:4). En efecto, entre más tratemos de estar gozosos a través de nuestros propios recursos, más miserables podemos llegar a ser. Descansa en los brazos del Señor (Mateo 11:28-30) y busca Su rostro a través de la oración y la Escritura. “Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.” (Romanos 15:13)

sábado, 27 de septiembre de 2014


"¿Cuál es la blasfemia contra el Espíritu Santo?"

El caso de la “blasfemia contra el Espíritu Santo” en el Nuevo Testamento, es mencionado en Marcos 3:22-30 y en Mateo 12:22-32. El término “blasfemia” generalmente puede ser definido como una “irreverencia desafiante.” Nosotros aplicaríamos el término a pecados tales como maldecir a Dios, o degradar deliberadamente las cosas concernientes a Dios. También lo es atribuir algún mal a Dios, o negar algún bien que deberíamos atribuirle a Él. Sin embargo, este caso de blasfemia, es uno específico, llamado “la blasfemia contra el Espíritu Santo” en Mateo 12:31. En Mateo 12:31-32, los fariseos, a pesar de haber presenciado irrefutables pruebas de que Jesús realizaba milagros en el poder del Espíritu Santo, clamaban que el Señor estaba poseído por el demonio “Beelzebú” (Mateo 12:24). Ahora, notemos que en Marcos 3:29-30, Jesús es muy específico acerca de lo que ellos cometieron exactamente: “la blasfemia contra el Espíritu Santo.”


La blasfemia tiene que ver con alguien acusando a Jesucristo de estar poseído por demonios, en lugar de estar lleno del Espíritu. Hay otras maneras de blasfemar contra el Espíritu Santo, pero esta fue “LA” blasfemia imperdonable. Como resultado, la blasfemia contra el Espíritu Santo no puede ser duplicada hoy en día. Jesucristo no está en la tierra ahora, sino sentado a la diestra de Dios. Además, nadie puede ver a Jesucristo realizando milagros y luego atribuirle ese poder a Satanás en lugar de al Espíritu Santo. Aunque no existe la blasfemia del Espíritu actualmente, siempre debemos tener presente que hay un estado de vida imperdonable – el estado de incredulidad continua. No hay perdón para la persona que muere inconversa. El continuo rechazo a la persuasión del Espíritu Santo para confiar en Jesucristo es la blasfemia imperdonable. Recuerde que está escrito en Juan 3:16, “Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” La única condición por la que alguien no tiene perdón es si ese alguien no está entre “todo aquel que en Él cree.”

“LAS CUATROS MOVERES DEL ESPÍRITU SANTO”
Muchas personas y muchas iglesias están orando para avivamiento hoy. La mayoría del tiempo, ellos no comprenden lo que están pidiendo. Piensan que están orando para que Dios se mueva y la gente se salve, cuando en realidad, el avivamiento no se trata de salvación. Los inconversos no pueden ser reavivados. El avivamiento consiste del Espíritu Santo moviéndose dentro de nosotros para revivir la iglesia. Una vez que esto ocurre, el avivamiento puede salir de la Iglesia a fin de tocar la comunidad y traer la gente a la salvación.

Cuando viene el avivamiento, nosotros podemos identificar el mover del Espíritu Santo como viene en cuatro etapas. Un error muy fácil de cometer es el tratar de saltar una de estas etapas. Cada una de estas cuatro etapas son parte necesaria del avivamiento, y aquellas que acaso tú anhelas ignorar podrían ser las más importantes.

Cada una de estas etapas describe una parte diferente del carácter del Espíritu Santo, y lo que El está haciendo en nuestras vidas a través del avivamiento. Por lo tanto, examinaremos lo que son.

Cuando la gente habla del mover del Espíritu Santo, hay cuatro diferentes palabras que se usan para describir lo que sucede. Ellas son FUEGO, VIENTO, LLUVIA y ACEITE. Cada una de ellas pueden ser halladas en la biblia.

Fuego
El primer mover que viene es el fuego de Dios. El fuego en la biblia siempre representa la presencia y poder de Dios. En Deuteronomio 4:24 dice "Porque el Señor vuestro Dios es fuego consumidor, un Dios celoso." Tan temprano como Génesis, y tan tarde como Apocalipsis, vemos que Dios está representado por el fuego.

En el Antiguo Testamento, notamos que el fuego está usado por varias cosas, pero siempre como cosas santas que representan el carácter de Dios. Primero, como ya he mencionado, el fuego muestra el poder y la presencia de Dios. Siempre que vemos un retrato de Dios, El está mostrado como fuego. Esto es la gloria de Dios que vieron los profetas. Su gloria es tan resplandeciente y sobre poderosa que parece un fuego más brillante que el sol.

Mi ejemplo más favorito del poder de Dios siendo representado por el fuego es cuando Elías desafió los 400 profetas de Baal en un concurso para verificar cual Dios era verdaderamente Dios (1 Reyes 18:18-40). Debido a que el fuego es la demostración del poder de Dios, Satanás no tiene ningún poder sobre el fuego, y ninguna habilidad para crear el fuego. Dios mostró su poder por consumir el sacrificio, después que Elías ofreció una oración sencilla.

Debido a que el fuego es una representación del poder de Dios, también está usado en purificación y para ofrecer sacrificios a Dios. Todas las ofrendas hechos a Dios en el tabernáculo, con la excepción de la ofrenda mecida, fueron ofrendas hechas en fuego. Aun en la ofrenda de paz, en la cual la persona que hizo la ofrenda comió parte del animal, la parte dada a Dios fue destruida por el fuego.

Cuando algo está ofrecido a Dios en el fuego, no hay ninguna forma en que la persona que lo ofrece pueda usarlo para cualquier otro propósito después. Esto llega a ser literalmente algo que está completamente dedicado a Dios.

Muchas veces cuando Dios mandó a la nación de Israel para atacar a otra gente y tomar su tierra, El también les mandó destruir toda la ciudad con fuego. En estos casos, el fuego estaba siendo usado ambos en juicio, y como una manera parar dedicar todo lo capturado a Dios.

Podemos hallar un ejemplo de esto en el libro de Josué. Cuando la nación de Israel cruzó el Río Jordán, la primera ciudad a la que vinieron fue Jericó. Dios mandó a Josué para destruir todo con fuego, excepto los metales preciosos, que tuvieron que ir al tesoro del Señor (Josué 6:24).

Otra vez, vemos esto en 1 Samuel donde Dios le dijo al Rey Saúl (a través del profeta Samuel) de destruir los amalecitas, y destruir todo lo que ellos tenían (1 Samuel 15:3). Dios fue tan estricto tocante a la ciudad siendo destruida por fuego, que El rechazó a Saúl como rey, cuando Saúl falló en obedecer lo que Dios le había mandado hacer (1 Samuel 15:9-23). Dios no aceptó la excusa que Saúl le dio, que él quiso darle estas cosas como ofrenda. Dios mandó absoluta destrucción por fuego, y Saúl no le obedeció.

¿Qué pues, significa esto; que necesitamos el fuego, como el primer mover, para que la gente vea que el poder de Dios obre en nuestro avivamiento? No, esto no es la razón. Nosotros necesitamos el fuego de Dios para que nos limpie y purifique; purificando la escoria fuera de nuestras vidas. "También volveré mi mano contra ti, te limpiaré de tu escoria como con lejía, y quitaré toda tu impureza" (Isaías 1:25). Una vez que la escoria está quitada de nuestras vidas, entonces Dios puede moverse más libremente en medio de nosotros.

"Y El se sentará como fundidor y purificador de plata, y purificará a los hijos de Leví y los acrisolará como a oro y como a plata, y serán los que presenten ofrendas en justicia al Señor."
Malaquías 3:3.

"Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios..."1 Pedro 4:17.

Antes de que esperemos que Dios traiga gente a nuestras iglesias, nosotros demos llegar a ser un vaso que está listo y dispuesto para recibir aquella gente. La purificación sacará aquellas cosas de nosotros que han ido impidiéndonos para acercarnos a Dios. No podemos esperar que Dios obre por nosotros para impactar el mundo; hasta que él obre en nosotros haciéndonos más parecidos a Su Hijo Jesús.

Mientras que el fuego nos purifica, la escoria que está siendo quemada llega a ser una ofrenda al Señor. El acepta aquellas cosas en nuestras vidas que no le glorifican, como un regalo agradable cuando están ofrecidos a El. El fuego les convierte en un dulce incienso fragante en Su nariz.

Después de pasar por el fuego, llegamos a ser lo que Dios necesita que seamos. No más, somos vasos comunes, hechos de las cosas del mundo; ahora somos vasos preciosos, vasos que han sido hechos únicamente para el uso del Maestro. Llegamos a ser algo que es capaz de cargar la gloria de Su presencia, sin mermar Su perfección. Mientras que el mundo nos mira, ellos verán solamente en nosotros algo que bellamente carga lo que Dios puso dentro.

"Ahora bien, en una casa grande no solamente hay vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro, y unos para honra y otros para deshonra. 21 Por tanto, si alguno se limpia de estas cosas, será un vaso para honra, santificado, útil para el Señor, preparado para toda buena obra." 2 Timoteo 2:20-21.

Jesús sabía la necesidad de que el fuego viniera. En Lucas 12:49 El dijo: "Yo he venido para echar fuego sobre la tierra; y ¡cómo quisiera que ya estuviera encendido!" ¿Por qué quiso este fuego? Porque sabía los resultados que el fuego traería.

Necesitamos buscar y anhelar el fuego también. Aunque ésta es la parte que duele, también es la parte que trae sanidad. Dios no puede traer los otros moveres de avivamiento hasta que pasemos por el fuego. Sin embargo, la mayoría del tiempo, miramos al fuego como una cosa mala, porque tenemos miedo de lo que perderemos. Esta es una actitud errónea; no perderemos; ganaremos. Aquellas cosas que Dios sacará a través del fuego son las cosas que están dañándonos. Después, nosotros habremos ganado un celo y una pasión por Dios, que es tan grande que sobre vence cualquier cosa que esté puesta en su camino.

Juan el Bautista habló de Jesús que traería un bautismo de fuego. El dijo: "Yo a la verdad os bautizo con agua para arrepentimiento, pero el que viene detrás de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno de quitarle las sandalias; El os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego" (Mat 3:11). Esto se cumplió en el libro de Hechos, en el día de Pentecostés.

"Y se les aparecieron lenguas como de fuego que, repartiéndose, se posaron sobre cada uno de ellos." Hechos 2:3.

¿Qué ves, en tu imaginación cuando piensas de esto? Si tú eres como la mayoría de los cristianos, lo que ves son pequeñas flamas de fuego del tamaño de una mano sentadas sobre la cabeza de cada persona. Pero esto no es lo que ve Dios. Parecido a la zarza que ardía en Éxodo 3:3 que fue consumido por el fuego, también ellos fueron envueltos por el fuego del Espíritu Santo.

Dios está buscando hoy envolvernos con Su fuego. Necesitamos el fuego para cubrirnos y saturar cada parte de nuestras vidas. No solamente un pequeño fueguito para mostrar Su luz, sino una fogata ardiente para dispersar la oscuridad alrededor de nosotros.

"Y de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles, espíritus, y a sus ministros, llama de fuego."
Hebreos 1:7…  Salmos 104:4.

Este fuego que envía Dios nos cubrirá completamente y nos hará llamas de fuego para El. Mientras que esto sucede, nosotros llegaremos a ser aquel "sacrificio vivo" que Pablo nos animó a llegar a ser. Nuestras vidas no más brillarán con nuestra propia gloria, sino con la gloria de Dios el Padre.

"Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional."
Romanos 12:1.

Oh Señor, envía tu fuego pronto, porque esto es lo que verdaderamente necesitamos. Es posible que actuemos como si no nos gustará este fuego. Tal vez, lloraremos y murmuraremos un poquito. Pero, Señor, si vamos a tener verdadero avivamiento, sabemos que necesitamos tu fuego. Estamos dispuestos Señor, a que todo nuestro ser sea quemado por tu fuego, para que podamos llegar a ser una antorcha ardiente para ti, en este mundo oscuro.

Viento
El viento del Espíritu Santo es el mover que trae cambio. Cada vez que vemos el Espíritu Santo moviéndose sobre la faz de la tierra, vemos el viento como el agente que trae cualquier cambio. En el día de Pentecostés, en el principio del libro de Hechos, es la "ráfaga de viento impetuoso" (Hechos 2:2) que trae el fuego del Espíritu Santo a los 120 que fueron reunidos en el aposento alto (Hechos 2:3).

Hay una obra que pasa a través de la combinación del fuego y del viento. El fuego reduce todo lo que consume a cenizas. Sin embargo, sin el viento, aquellas cenizas quedarán en el mismo lugar. Cuando viene el viento, sopla fuera las cenizas, dejando una superficie limpia y fresca.

Nosotros no podemos verdaderamente tener avivamiento sin el viento del Espíritu Santo. En mis enseñanzas anteriores, yo he hablado sobre el poder de nuestras tradiciones. Cuando entramos en avivamiento, Dios necesita quitar algunas de las maneras (tradiciones) en que hacemos cosas, y reemplazarlas por la manera en que El quiere que las hagamos.

¿Cuáles cosas va a cambiar y quitar el viento? Yo no sé, solamente lo sabe Dios. Sin embargo, puedes estar seguro que el viento del Espíritu empezará a soplar a través de la casa, quitando aquellas cosas que necesitan ser quitadas, y cambiando aquellas que necesitan ser cambiadas. No tengas miedo del viento, está moviéndose para tu beneficio. No luches con él, o tú retrasarás la obra que Dios está intentando efectuar.

Cuando el viento del Espíritu comienza a soplar en nuestras vidas, trae vida con ello. Recuerda, el propósito del avivamiento es resucitar a un creyente tibio o muerto a una relación ardiente y apasionada de nuevo con Cristo.

En el capítulo treinta y uno del libro de Ezequiel, el profeta tuvo una visión sobre los huesos secos. Cuando el profetizó a aquellos huesos la primera vez, la carne vino sobre los huesos, pero no hubo "aliento" (vida) en ellos. No fue hasta que él profetizó la segunda vez que la vida entró en los huesos secos.

"Entonces El me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: "Así dice el Señor Dios: Ven de los cuatro vientos, oh espíritu, y sopla sobre estos muertos, y vivirán." 10 Y profeticé como El me había ordenado, y el espíritu entró en ellos, y vivieron y se pusieron en pie, un enorme e inmenso ejército." Ezequiel 37:9-10.

La primera vez que Dios le dijo a Ezequiel que profetizara, él profetizó a los huesos. La segunda vez, profetizó al viento. No fue, hasta que el viento del Espíritu sopló sobre los huesos, ahora cubiertos con carne, que entró la vida en ellos.

Nosotros tenemos carne en nuestras iglesias. De hecho tenemos demasiada carne. Ganamos una apariencia de estar vivos por tener nuestros huesos cubiertos por la carne. Tenemos nuestros programas y servicios, y juntas para planear, y varios ministerios para ministrar a las necesidades de diferentes grupos, pero sin el viento del Espíritu Santo, no hay ninguna vida, únicamente una apariencia de vida.

Mira otra vez en el libro de Ezequiel; dice, "Ven de los cuatro vientos" (Ezequiel 37:9). Hay cuatro vientos, porque el viento viene de cuatro diferentes direcciones, cada uno de ellos trae su propio tipo de cambio.

Cuando el viento viene del Este, es caliente y marchita. En el sueño de Faraón, él vio que fue el viento del Este, que marchitó las espigas de grano (Génesis 41:23). Hay cosas en nuestras vidas que necesitan ser marchitadas. Aunque parecen por fuera que son cosas buenas, ellas están llenas de toxinas de una infección interna. Cuando el viento del Este viene, causará que estas cosas se marchiten, para que ellas salgan de nuestras vidas.
Mientras que el viento del Este se calla, y está reemplazado por el viento del Sur, sentimos la llegada de un calorcito (Job 37:17). Este calorcito calma nuestras almas y trae la "la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento" (Fil 4:7).
Necesitamos esta paz porque nuestra tendencia natural es resistirnos al cambio. Tendemos a ponernos miedosos cuando estamos pasando por cambios, porque preferimos lo conocido, no importa que tan malo pueda ser. Puede ser que nosotros sabemos que necesitamos el cambio, pero de la misma forma, lo resistimos. Sin embargo, cuando Dios se está moviendo, la mejor señal a nuestros espíritus es la paz que El nos da.
Después de esto, nosotros sentimos el viento viniendo del Norte. Esto es un viento fresco que limpia. Aunque hay unas cosas que están dentro de nosotros y necesitan ser sacadas por el viento del Este, hay otras que están apenas en la superficie y necesitan ser sopladas fuera. Este viento se encargará de aquellas cosas.

"Ahora los hombres no ven la luz que brilla en el firmamento; pero pasa el viento y lo despeja. 22 Del norte viene dorado esplendor: majestad impresionante alrededor de Dios."
Job 37:21-22

Jesús ha provisto Su sangre para lavarnos, y el viento actúa como el brazo del Espíritu Santo que aplica la sangre de Jesús sobre nosotros. Cuando salimos del otro lado, somos lavados y emblanquecidos (Apocalipsis 7:14).
Finalmente, necesitamos recibir el viento del oeste. Esto es el viento que trae la lluvia.

Lluvia
Después del fuego y el viento, la lluvia se siente maravillosa. Mucha gente hoy están orando por la lluvia, pero hemos descuidado orar por el fuego y el viento. Ellos faltan en el proceso de preparación que es necesario a fin de tener la lluvia.
Si vamos a tener avivamiento, necesitamos todo lo que Dios quiere derramar sobre nosotros. Si un granjero no hará el sembrado, y no prepara la tierra, todo lo que puede hacer la lluvia es apenas mojar la superficie un poquito, y luego alcanza que el agua cae en la reguera. No importa que tanta lluvia Dios traiga, ella no trae ningún beneficio a aquel granjero. La única cosa que puede hacer es ayudar el crecimiento de las cizañas.
Pero, cuando el granjero ha trabajado para suavizar la tierra, aquella lluvia es capaz de penetrar profundamente en la tierra. Su tierra recibirá el máximo beneficio de cada gota de lluvia.
Jesús dijo una parábola de semillas siendo sembrando en cuatro tierras diferentes.
"Respondiendo Simón, dijo: Maestro, hemos estado trabajando toda la noche y no hemos pescado nada, pero porque tú lo pides, echaré las redes. 6 Y cuando lo hicieron, encerraron una gran cantidad de peces, de modo que sus redes se rompían; 7 entonces hicieron señas a sus compañeros que estaban en la otra barca para que vinieran a ayudarlos. Y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían. 8 Al ver esto, Simón Pedro cayó a los pies de Jesús, diciendo: ¡Apártate de mí, Señor, pues soy hombre pecador!"
Lucas 5:5-8
Estas tierras se refieren a nuestros corazones, no solamente los corazones de los inconversos que escuchan el evangelio por primera vez. Si el fuego y el viento no preparan nuestros corazones, entonces cuando viene la lluvia, no nos penetrará profundamente para cumplir la obra que Dios le ha enviado hacer.
No ores solamente para la lluvia. Ora para el fuego, ora para el viento. Déjalos venir y prepárate. Recibe todo que Dios quiere darte. Acepta el bautismo de fuego, para que tú puedas llegar a ser aquella "buena tierra" sobre la cual la lluvia puede descender.
Nos gusta la lluvia debido al refrigerio que trae. Después del fuego abrasante, y el trastorno que trae el viento, la lluvia fresca nos parece maravillosa.
Pero, esto no es todo que hace la lluvia. El propósito de la lluvia es traer el crecimiento. La razón porque necesitamos el avivamiento es porque no estamos madurando suficientemente rápido. El Señor va a regresar por una Novia sin manchas, sin arrugas y sin defectos. Aunque estamos rumbo a aquella meta a través de nuestro crecimiento cristiano, no nos estamos moviendo suficientemente rápido. A la velocidad de nuestro crecimiento presente, no alcanzamos aquel punto en nuestras vidas.
Cada mover del Espíritu Santo construye sobre el mover anterior. Ya en el inicio del siglo anterior hubo el derramamiento pentecostés. En aquel avivamiento, la gente fue bautizada en el Espíritu Santo. Luego vino el avivamiento carismático. Dios añadió los dones del Espíritu al bautismo del Espíritu Santo. Esto es el tipo de proceso que trae un avivamiento.

El mover que viene hoy es uno de pureza, rendición y santificación. El Cuerpo de Cristo como conjunto, debe pasar a través de este próxima etapa de crecimiento.
Hay dos tipos de crecimiento que la lluvia trae. Primero, trae crecimiento interno. El proceso de maduración del avivamiento sucede por la lluvia. Esto es donde se ve que el Espíritu Santo nos trae nuevas manifestaciones, que son parte de aquel avivamiento particular.
Nuestro segundo crecimiento que viene por la lluvia es el crecimiento externo. Esto es donde el Señor empieza a traer nueva gente a la Iglesia. Debemos pasar a través del fuego y el viento antes que vengan nuevas personas. ¿Por qué? Seamos honestos, no hay mucha razón para que la gente venga ahora. Cuando el mundo mira a los cristianos, todo lo que ellos ven es un grupo de perdedores. Necesita haber algo muy diferente respecto a nosotros, para atraerles. No solamente diferente, sino poderosamente, milagrosamente diferente.
Una vez que el fuego y el viento han venido, el mundo definitivamente verá algo que nunca ha visto antes. Ellos verán a personas que están enteramente rendidas al Señor, que están firmes en su fe, y pueden confirmarla a través del poder del Espíritu Santo. Esto es lo que están esperando.
Cuando llegamos a este punto, nosotros empeceremos a ver el mundo correr a nuestras puertas en busca de respuestas. No sucederá a causa del evangelismo, sino porque ellos están lastimados y buscan una respuesta que el mundo no puede darles. No serán atraídos por nuestros esfuerzos, sino por nuestras vidas. El Espíritu Santo se moverá en sus corazones, mostrándoles sus necesidades y permitiéndoles ver como Dios ha provisto por las necesidades de su gente.
Cuando la gente habla tocante al avivamiento, ellos piensan en esta parte. Comúnmente hablan sobre "tener una "campaña de avivamiento" e invitar un evangelista a ministrar por una semana para que esperanzadamente algunas personas sean salvas.
La idea de Dios acerca del avivamiento es revivir a su gente de nuevo. De esta manera el "evangelismo" viene naturalmente, o quizá debo decir sobrenaturalmente.
En el grande avivamiento Escocés, casi el país entero corrió a las iglesias. Hubo tanto crecimiento increíble que ellos tuvieron que construir una iglesia en casi cada esquina. Aun hoy día, se puede ver aquellas mismas iglesias. Muchas de ellas están casi vacías, pero ellas ya existen como tributos a lo que el Espíritu Santo hizo dentro de unos pocos meses.
El avivamiento Escocés duró solamente nueve meses. Ello impactó tanto el país, que por el fin de aquel periodo, las policías estaban al punto de no tener trabajo. No debido a los predicadores en las calles o por los tratados. Fue porque Dios había obrado en los corazones de Su pueblo, y entonces El mostró a la gente del mundo que Su gente tenía algo que ellos necesitaban. ¡Solamente nueve meses para cambiar una nación entera!

Aceite
El aceite del Espíritu Santo representa el poder ungido que fluye en y por nuestras vidas. Una vez que hemos sido purificados por el fuego, hemos tenido cosas que han sido puestas en orden por el viento, y hemos sido traídos a la madurez por la lluvia, el aceite puede fluir en nuestras vidas.
Dios ya ha provisto cada parte del poder de Su unción que es necesario en tu vida y ministerio. El hecho de que tú eres llamado cristiano, requiere que seas ungido por Dios para el ministerio. Dios no llama a alguien y luego le deja avanzar torpemente a solas. No, cuando El llama, El capacita, unge, y provee. La unción está disponible para ti, ahora mismo.
Que tanto de aquel aceite ungido sale de ti, depende de que tan enteramente te rindas a la voluntad de Dios. Esto es por lo cual necesitamos los otros moveres antes del aceite. El avivamiento nos llevará a un lugar donde somos totalmente rendidos a la voluntad de Dios. En este punto llegamos a ser vasos puros a través de los cuales el aceite puede fluir fácilmente. Dios no aumenta la unción en nosotros en este punto. Más bien, mientras que somos purificados, nosotros apropiamos más y más de esta unción disponible.
En cierto sentido, llegamos a un lugar donde Dios puede confiar en nosotros su unción. Si el Espíritu Santo se mueve en poder a través de un vaso impuro, esto puede tener varios efectos negativos. Primeramente, la unción podía ser usada por el motivo erróneo, tal como levantarse en orgullo, en lugar de dar la gloria a Dios. Segundo, la unción podía llegar a ser "ensuciada" al fluir a través de un vaso impuro. En vez de salir y cumplir para el propósito original de Dios, podía salir y causar algún daño, no importa si el vaso quería hacerlo o no. También, hay el efecto que tendría sobre aquel vaso. Para que alguien mirara el rostro de Dios sin ser purificado traerá su muerte. No porque Dios le mataría, sino porque la gloria de Dios causará que aquel hombre muera de sus propios pecados.
En otro sentido, Dios está esperando que lleguemos a un punto donde haremos cualquier cosa necesaria para tener la unción. Lee algunos relatos del ministerio de Smith Wigglesworth algun día. O bien, mira a la vida de Katheryn Kuhlman. Dios les tenía haciendo todo tipo de cosas que parecían insensatos en lo natural. Pero, Dios se movió a través de aquellas actividades insensatas.
Muchas veces, oramos que Dios se mueva, pero no estamos dispuestos a hacer algo que parezca insensato a fin de permitir que Dios se mueva. Rechazamos declarar que estamos sanados si no vemos la manifestación, ¿cómo pues podemos hacer algo tremendamente valiente (sin temor), si no podemos aun hacer esto? La verdadera unción requiere verdadera obediencia.
Por lo tanto, que tan ungido esté un cristiano en un tiempo particular no depende de Dios, depende de aquel individuo. El "nivel de unción" puede fluctuar arriba y abajo, dependiendo de donde esté aquella persona en su caminar (intimidad) con el Señor.
Cuando estamos en esta etapa del avivamiento, vemos un aumento en los milagros. Escucharemos más misterios de Dios revelados por las profecías. Las sanidades espontáneas ocurrirán, sin que nadie les imponga las manos, ni oren. Las cargas caerán de la gente. Los demonios saldrán a nuestra orden.

"Quebrantaré a Asiria en mi tierra, y la pisotearé sobre mis montes. Entonces su yugo se les quitará de encima, y su carga será quitada de sus hombros."
Isaías 14:25
El propósito de la unción es destruir yugos y ataduras, y quitar cargas. Esto es lo que veremos en esta etapa del avivamiento. La gente de las calles entrará, agobiados con su pecado, adicciones, daños, demonios y ataduras. Una vez que ellos entran a la presencia de Dios que estará allí, aquellas cosas les serán quitadas.

Jesús "…anduvo haciendo bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo…" ¿Por qué? Porque "…Dios estaba con El" (Hechos 10:38). Cuando alcanzamos este punto en nuestro caminar con el Señor, entonces nosotros también estaremos en el lugar donde Dios está con nosotros. Es Su presencia en medio de nosotros que quebrantará estos yugos y quitará aquellas cargas; no tiene nada que ver con nosotros.
Realmente, para que la presencia de Dios sea con nosotros tan fuerte, necesitamos nosotros estar fuera del camino (dejar el control a Dios). Literalmente, debemos morir a nosotros, para que la única cosa que la gente vea cuando nos mire sea al Señor.
Jesús dijo que él hacía únicamente las cosas que veía a su Padre hacer (Juan 5:19). El fue tan íntimo con Dios el Padre que podía ver lo que el Padre estaba a punto de hacer, y él llegó a ser parte de aquella acción. El Padre dirige, el Espíritu Santo da poder, y el Hijo declaró lo que el Padre y el Espíritu Santo estaban haciendo.
El Señor no tiene menos deseo de moverse sobre la tierra hoy que él tenía hace 2,000 años. La diferencia es que en aquella época él estuvo en cuerpo humano, y hoy él necesita obrar a través de nuestros cuerpos. La única cosa que necesita es un vaso puro.
Nunca debemos dar mal uso a la unción. En capítulo diez del libro de Levítico, Moisés dirigió Aarón que "Ni siquiera saldréis de la entrada de la tienda de reunión, no sea que muráis; porque el aceite de unción del Señor está sobre vosotros…" (Levítico 10:7). Esto fue a un tiempo que los hijos de Aarón habían mal usado la unción. Su error les costó sus vidas. Sin embargo, Aarón aun no pudo salir de la presencia de Dios para lamentar la muerte de sus propios hijos. La unción de Dios es santa; nunca debemos permitir que algo interfiera con ella.

"Y derramó del aceite de la unción sobre la cabeza de Aarón y lo ungió, para consagrarlo."
Levítico 8:12

"Entonces Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos; y el Espíritu del Señor vino poderosamente sobre David desde aquel día en adelante…"
1 Samuel 16:13.
Ungir significa frotar, untar o vertir. En otras palabras, significa totalmente cubrir y saturar con el aceite. ¿Recuerda cuando estaba hablando del fuego y yo dije que les cubrió totalmente? Cuando pasamos suficiente tiempo en el fuego, salimos totalmente cubiertos con aceite.
Si tú estás cubierto de aceite, y alguien te toca, tú vas a poner aceite sobre ellos. No tendrás que tratar de hacerlo, simplemente sucederá. De hecho, tú no podrás evitar poner aceite sobre ellos, si quieres o no.
Pedro estaba tan cubierto con aceite que la gente enferma fueron llevados a las calles a fin de que su sombra les cayera (Hechos 5:15). Su sombra no tuvo nada que hacer con sanar la gente. El Espíritu Santo estaba sobre él de una manera tan poderosa, que el acercarse a él trajo como resultado en que aquella gente recibiera alguna de su aceite sobre ellos. Esto es el lugar a donde Dios anhela llevarnos hoy en día.
Cuando uno tiene el aceite, tiene todo lo que necesita. En el Segundo de Reyes, capítulo cuatro, hubo una mujer que fue viuda. Ella tenía muchas deudas, y vino a Eliseo en busca de una respuesta. Él le contestó:
"Y Eliseo le dijo: ¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa. Y ella respondió: Tu sierva no tiene en casa más que una vasija de aceite. 3 Entonces él le dijo: Ve, pide vasijas prestadas por todas partes de todos tus vecinos, vasijas vacías; no pidas pocas. 4 Luego entra y cierra la puerta detrás de ti y de tus hijos y echas el aceite en todas estas vasijas, poniendo aparte las que estén llenas.
2 Reyes 4:2-4…
La única cosa que tenía aquella mujer fue algo de aceite, pero acabó siendo suficiente para proveer cada una de sus necesidades. Ella no solamente vertió bastante aceite de aquella vasija para pagar sus deudas, pero también tenía bastante para vivir de le que quedó (2 Rey 4:7).
Dios desea proveer todas nuestras necesidades conforme a sus riquezas en gloria (Fil 4:19). Pero para poder hacer esto requiere que nosotros nos pongamos en aquel lugar donde tenemos el aceite. Dios no obra cuando estamos retirados de Él, por ninguna o poca intimidad, El únicamente obra en el presente. Si queremos Su mejor, debemos estar donde El está. El verdadero avivamiento nos llevará a aquel lugar.
El aceite trae gozo a nuestras vidas (Sal 45:7…  Isaías 61:3). También trae sanidad (Lucas 10:34…  Santiago: 5:14). Esto es parte de la provisión que recibimos cuando alcanzamos este cuarto mover del Espíritu Santo.
En fin, yo debo decir que el aceite es esencial para el Caminar Cristiano. Jesús dijo una parábola de las diez vírgenes. En esta parábola, el punto clave por determinar si las vírgenes fueron insensatas o sabias fue basado en su provisión de aceite. Yo he parafraseado esta parábola aquí, solamente hice unas comunes substituciones admisibles.
Entonces el reino de los cielos será semejante a diez cristianos que tomando el testigo de sus vidas, salieron a recibir al Señor. 2 Y cinco de ellas estaban solamente siguiendo sus tradiciones, y cinco estaban verdaderamente buscando la voluntad de Dios. 3 Porque aquellas que solamente seguían sus tradiciones, al tomar el testigo de sus vidas, no tomaron ninguna unción consigo, 4 pero aquellas que verdaderamente buscaban la voluntad del Señor tomaron unción en sus ministerios junto con el testigo de sus vidas. 5 Al tardarse el Señor, todas estuvieron atareadas con sus vidas y trabajos. 6 Pero a medianoche se oyó un clamor: "¡Aquí está el Señor! Salid a recibirlo." 7 Entonces todos aquellos cristianos se levantaron y arreglaron el testigo de sus vidas. 8 Y aquellos que solamente seguían sus tradiciones dijeron a los que verdaderamente buscaban la voluntad del Señor: "Dadnos de vuestra unción, porque los testigos de nuestras vidas se apagan." 9 Pero aquellos que verdaderamente buscaban la voluntad del Señor las prudentes respondieron, diciendo: "No, no sea que no haya suficiente para nosotras y para vosotras; id más bien al Espíritu Santo y recibid para vosotras." 10 Y mientras ellas iban a recibir, vino el Señor, y las que estaban preparadas entraron con él al rapto de bodas, y empezó la tribulación. 11 Después vinieron también los otros cristianos, diciendo: "Señor, señor, ábrenos." 12 Pero respondiendo él, dijo: "En verdad os digo que no os conozco." 13 Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora.
Mateo 25:1-13.
¿En cuál de los grupos estás tú, en el de los insensatos o los sabios? Nosotros debemos diligentemente buscar los cuatros moveres del Espíritu, para que seamos juzgados sabios, porque tenemos el aceite.
Estas cuatro etapas pueden ocurrir en la vida de un individuo, en una iglesia o en afectar toda la comunidad. El avivamiento corporal es simplemente numerosos avivamientos ocurriendo al mismo tiempo y en el mismo lugar. Hay una sinergia que ocurre por mucha gente anhelando y buscando ser cambiadas por el avivamiento en el mismo tiempo. Pero, aun si nadie más quiere ser avivado, un creyente individual puede tener avivamiento en su propia vida.
Alguna gente no quedrá recibir en un avivamiento no importa que tantas bendiciones reciben otra gente. Hay siempre unas personas que están satisfechos como son, y no quieren ningún cambio. Sin embargo, nosotros nunca debemos permitir que esto nos detenga de entrar en avivamiento. Busca el mover fresco del Espíritu Santo en tu propia vida, y déjale encender un fuego dentro de ti.
Puesto que toma tiempo para que estos cuatro moveres ocurran, no debemos tardarnos, sino empecemos a orar por el fuego ahora. De esta manera, estaremos en el buen lugar donde tenemos el aceite cuando lo necesitamos.


Dios desea vivificar la Iglesia de hoy. ¿Estás listo a recibirlo, o eres uno de aquellos que prefieren que esto no les suceda a ellos? ¿Estás satisfecho como eres en este momento o quieres recibir todo lo que Dios tiene para ti?

jueves, 25 de septiembre de 2014



 ¿Cómo puedo perdonar a aquellos que me han ofendido?
Todos nos hemos hecho algo indebido, ofendido y pecado contra alguien en algún punto de nuestra vida. ¿Cómo debemos responder cuando ocurren tales ofensas? De acuerdo con la Biblia, debemos perdonar. Efesios 4:32 dice; “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.” Igualmente Colosenses 3:13 declara, “…soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros.” La clave en ambos pasajes de la Escritura es que debemos perdonar a otros, como Dios nos perdonó a nosotros. ¿Por qué perdonamos? ¡Porque nosotros hemos sido perdonados!

El perdón sería sencillo si sólo tuviéramos que concederlo a aquellos que lo piden con pena y arrepentimiento. La Biblia nos dice que debemos perdonar a aquellos que pecan contra nosotros, sin condiciones. El negar el sincero perdón a una persona, demuestra resentimiento, amargura y enojo – ninguna de los cuales deben ser las características de un cristiano. En el Padre Nuestro, le pedimos a Dios que “perdone nuestros pecados, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden.” (Mateo 6:12). Jesús dijo en Mateo 6:14-15, “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas.” A la luz de otras Escrituras que hablan del perdón de Dios, Mateo 6:14-15 es la que mejor explica que la gente que se niega a perdonar a otros, realmente no han experimentado el perdón de Dios en ellos mismos.

Siempre que fallamos, al desobedecer uno de los mandamientos de Dios, pecamos contra Él. Siempre que hacemos daño a otra persona, no sólo pecamos contra ella, sino también contra Dios. Cuando vemos la enorme misericordia de Dios al perdonarnos TODAS nuestras transgresiones, nos damos cuenta de que no tenemos derecho a retener esta gracia para con otros. Hemos pecado infinitamente más contra Dios que lo que cualquier persona pueda pecar contra nosotros. Si Dios nos perdona tanto, ¿cómo podemos rehusar perdonar a otros tan poco? La parábola de Jesús en Mateo 18:23-35 es una poderosa ilustración de esta verdad. Dios promete que cuando venimos a Él, pidiéndole perdón, Él nos lo concede gratuitamente (1 Juan 1:9). El perdón que otorguemos no debe tener límites, de la misma manera que el perdón de Dios es ilimitado (Lucas 17:3-4).
¿Cómo puedo saber cómo adorar a Dios correctamente?
La adoración puede definirse como el acto de honrar y amar a una deidad, ídolo o persona de una manera "desinteresada". El acto de adoración implica al ser total involucrado en dar alabanza, acción de gracias y reverencia a esa deidad, persona u objeto material. No es un asunto poco entusiasta, y sólo después de distinguir entre lo que es y no es la adoración, con respecto al objetivo divino, podemos empezar a responder a la pregunta anterior más plenamente. La adoración verdadera y bíblica, según lo definido por el erudito A. W. Pink (1886-1952) en su exposición del Evangelio de Juan, es: "Un corazón redimido, ocupado con Dios, que se expresa en adoración y acción de gracias". Asimismo, A. W. Tozer, una vez considerado como un profeta del siglo XX, dijo: "La verdadera adoración es ser tan personalmente y perdidamente enamorado de Dios, que la idea de una transferencia de afecto nunca existe ni por asomo."
Entonces, la verdadera adoración de Dios se distingue por los siguientes criterios: en primer lugar, se trata del corazón redimido de un hombre o una mujer que ha sido justificado ante Dios por la fe y que confía en el Señor Jesucristo para el perdón de los pecados. ¿Cómo puede uno adorar al Dios del cielo si su pecado no ha sido abordado? Nunca puede ser aceptable esa adoración que procede de un corazón no regenerado, donde Satanás, el ego y el mundo tienen gran influencia (2 Timoteo 2:26; 1 Juan 2:15). Cualquier adoración, otra que la que sale de un corazón "lavado", es en vano.


En segundo lugar, la verdadera adoración de Dios viene de un corazón que desea a Dios solo. Esto fue precisamente donde el pueblo samaritano erró; buscó a Dios y los ídolos (2 Reyes 17:28-41), y esto es reafirmado por el Señor Jesucristo cuando Él hizo el discurso sobre el tema de la adoración verdadera con la mujer samaritana que vino a traer agua del pozo. "Vosotros [los samaritanos] adoráis lo que no sabéis.” (Juan 4:22). Esta gente adoraba a Dios "sin ánimo" porque su afecto total no se había enfocado en Dios. Es posible que incluso los verdaderos creyentes caigan en este segundo error. Nosotros nunca podríamos aceptar tener ídolos físicos, como los samaritanos, pero ¿Qué es lo que absorbe nuestra voluntad, nuestro tiempo, y nuestros recursos sobre todo? ¿La carrera, las posesiones materiales, el dinero, la salud, incluso nuestras familias? Gritemos, como el rey David en el Salmo 63:5, "Como de meollo y de grosura será saciada mi alma, Y con labios de júbilo te alabará mi boca." Nada menos que Dios debe satisfacer el corazón del hombre regenerado, y su respuesta a esa satisfacción divina, comparable a la mejor comida jamás, es el fruto de labios que cantan alabanzas de Dios (Hebreos 13:15).
En tercer lugar, la verdadera adoración a Dios es el deseo de continuar aumentando nuestro conocimiento de Dios. ¡Cómo hemos perdido ese deseo en estos días! Aparte de la Biblia, que nosotros deberíamos estar leyendo diariamente, tenemos que complementar nuestro conocimiento mediante la lectura de otros buenos libros, también. Tenemos que llenar nuestras mentes constantemente con las cosas de Dios; Dios siempre debe estar en nuestra mente, y todo lo que hacemos debe hacerse con referencia a Él (Colosenses 3:17; 1 Corintios 10:31). Es interesante que la palabra griega para "adoración" en Romanos 12:1 puede significar también "servicio". Entonces, nuestra vida cotidiana también puede considerarse adoración. Cada día debemos ofrecernos como sacrificios vivos, santos y agradables a Dios. La iglesia debe “apretar” el mundo en su propio molde, el molde de Jesucristo, pero demasiado a menudo es al revés.
Purifiquemos nuestros corazones si realmente queremos adorar al Dios Trino en espíritu y en verdad. Nuestro Dios es Santo; es totalmente "Otro," un Dios que no puede compartirnos con otros objetos de nuestro afecto. De hecho, un Dios que no nos compartirá a causa de Su santidad. Fuimos hechos para ser criaturas de adoración, pero la caída nos ha lisiado y arruinado. La adoración es la cosa más natural para el hombre, pero hasta que nosotros estemos restaurados a Dios a través del sacrificio de Su amado Hijo, entonces toda nuestra adoración es una cosa vana. Es como "fuego extraño" ante el altar (Levítico 10:1).

viernes, 5 de septiembre de 2014




"¿Cómo puedo ser lleno del Espíritu Santo?"

Un verso clave que trata sobre la llenura del Espíritu Santo en nuestra era es Juan 14:16, donde Jesús promete que el Espíritu morará dentro de los creyentes y que Su residencia es permanente. Es importante distinguir entre la morada y la llenura del Espíritu. La morada permanente del Espíritu no es sólo para algunos pocos creyentes, sino para todos ellos. 

Hay un buen número de referencias en las Escrituras que apoyan esta conclusión. Primero; El Espíritu Santo es un regalo para todos los creyentes en Jesucristo sin excepción, y no existen condiciones para tenerlo, excepto la fe en Jesucristo (Juan 7:37-39). Segundo; el Espíritu Santo es otorgado en la salvación. Efesios 1:13 indica que el Espíritu Santo es dado en el momento de la salvación. Gálatas 3:2 también enfatiza esta misma verdad, diciendo que el sello y la residencia del Espíritu en el creyente, tuvieron lugar al momento de creer. Tercero; el Espíritu Santo mora en los creyentes permanentemente. El Espíritu Santo es dado a los creyentes como un “primer depósito” del pago total, o una “garantía” de su futura glorificación en Cristo (2 Corintios 1:22; Efesios 4:30).

Esto es en contraste con la orden de la llenura del Espíritu que encontramos en Efesios 5:18. Debemos estar tan totalmente entregados al Espíritu Santo, que Él pueda poseernos por completo, y en ese sentido, ser llenos de Él. Romanos 8:9 y Efesios 1:13-14 afirman que el Espíritu Santo mora dentro de cada creyente, pero también que Él puede ser contristado (Efesios 4:30) y Su actividad dentro de nosotros puede ser apagada (1 Tesalonicenses 5:19). Cuando permitimos que esto suceda, no experimentamos la llenura del Espíritu Santo fortaleciendo y trabajando en y a través de nosotros. El ser lleno con el Espíritu implica darle a Él la libertad para ocupar cada parte de nuestra vida, guiándonos y controlándonos. Entonces Su poder puede ser ejercido a través de nosotros, para que lo que hagamos sea un fruto para Dios. La llenura del Espíritu no se aplica solamente a hechos externos; también se aplica a los pensamientos más íntimos y los motivos de nuestros actos. El Salmo 19:14 dice, “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de Ti, oh, Jehová, roca mía, y redentor mío.”


El pecado es lo que nos separa de la llenura del Espíritu Santo, y la obediencia a Dios es lo que mantiene Su llenura. Aunque nuestra meta debe ser el ser llenos como se nos ordena en Efesios 5:18, no es el orar por ello lo que nos llena del Espíritu Santo. Es sólo nuestra obediencia a los mandatos de Dios lo que permite la libertad del Espíritu para trabajar dentro de nosotros. Debido a nuestra naturaleza pecaminosa, es imposible para nosotros permanecer llenos del Espíritu todo el tiempo. Por esto, debemos tratar inmediatamente con el pecado que surja en nuestras vidas, y renovar nuestro compromiso de ser llenos y guiados por el Espíritu Santo.

JOEL RODRIGUEZ: "¿Cuáles son losnombres y títulos del Espíritu Sa...

JOEL RODRIGUEZ:
"¿Cuáles son losnombres y títulos del Espíritu Sa...
: "¿Cuáles son los nombres y títulos del Espíritu Santo?" El Espíritu Santo es conocido por muchos nombres y títulos, la...


"¿Cuáles son los nombres y títulos del Espíritu Santo?"

El Espíritu Santo es conocido por muchos nombres y títulos, la mayoría de los cuales denotan alguna función o aspecto de Su ministerio. A continuación tenemos algunos de los nombres y descripciones que usa la Biblia para el Espíritu Santo:

El Autor de la Escritura: (2 Pedro 1:21; 2 Timoteo 3:16) La Biblia es inspirada, literalmente “respirada por Dios” mediante el Espíritu Santo, la tercera Persona de la Trinidad. El Espíritu movió a los autores de los 66 libros para escribir exactamente lo que Él espiraba dentro de sus corazones y mentes. Al igual que un barco se desplaza través del agua mediante el viento en sus velas, así también los escritores bíblicos fueron impulsados por el Espíritu Santo.

Consolador / Consejero / Abogado: (Isaías 11:2; Juan 14:16; 15:26; 16:7) Las tres palabras son traducciones de la palabra griega parakletos, de donde obtuvimos la palabra “Paracleto,” otro nombre para el Espíritu Santo. Cuando Jesús se fue, Sus discípulos estaban muy angustiados porque habían perdido Su reconfortante presencia. Pero Él prometió enviarles al Espíritu de consolación, consejo y guía para aquellos que pertenecen a Cristo. El Espíritu también “da testimonio” a nuestro espíritu de que somos de Él y por tanto nos asegura la salvación.

Convicción de Pecado: (Juan 16:7-11) El Espíritu aplica las verdades de Dios en la mente misma de las personas para convencerlas mediante justos y suficientes argumentos de que son pecadores. Él hace esto a través de la convicción en nuestros corazones de que no somos dignos de estar ante un Dios santo, que necesitamos Su justificación, y que el juicio es seguro y vendrá un día sobre todos los hombres. Aquellos que niegan estas verdades, se rebelan contra la convicción del Espíritu.

Garantía / Sello / Arras: (2 Corintios 1:22; 5:5; Efesios 1:13-14) El Espíritu Santo es el sello de Dios sobre Su pueblo, Su derecho sobre nosotros como Su propiedad. El regalo del Espíritu a los creyentes es el depósito inicial de nuestra herencia celestial que Cristo prometió y aseguró para nosotros en la cruz. Por haber sido sellados por el Espíritu, estamos seguros de nuestra salvación. Nadie puede romper el sello de Dios.

Guía: (Juan 16:13) Así como el Espíritu guió a los escritores de la Biblia para registrar la verdad, así también Él promete guiar a los creyentes para conocer y entender esa verdad. La verdad de Dios es “locura” para el mundo. Aquellos que pertenecemos a Cristo tenemos al Espíritu morando en nosotros, quien nos guía hacia todo lo que necesitamos conocer respecto a los asuntos espirituales. Aquellos que no pertenecen a Cristo no tienen al “intérprete” que los guíe para conocer y entender la Palabra de Dios, porque ésta debe ser “discernida espiritualmente” (1 Corintios 2:14).

Morador de los Creyentes: (Romanos 8:9-11; Efesios 2:21-22; 1 Corintios 6:19) El Espíritu Santo reside en los corazones del pueblo de Dios, y esa permanencia es la distinción característica de la persona regenerada. Desde el interior del creyente, Él dirige, guía, conforta e influye, así como también produce en nosotros el fruto del Espíritu (Gálatas 5:22-23). Él produce esa íntima relación entre Dios y Sus hijos. Todos los verdaderos creyentes en Cristo tienen el Espíritu residiendo en sus corazones.

Intercesor: (Romanos 8:26) Uno de los aspectos más alentadores y reconfortantes del Espíritu Santo es Su ministerio de intercesión a nombre de los que Él habita. Debido a que muchas veces no sabemos qué o cómo orar cuando nos acercamos a Dios, el Espíritu intercede y ora por nosotros. Él interpreta nuestros “gemidos” por lo que cuando nos sentimos oprimidos o abrumados por los afanes de la vida, Él está con nosotros para asistirnos mientras nos apoya ante el trono de la gracia.

Revelador / Espíritu de Verdad: (Juan 14:17; 16:13; 1 Corintios 2:12-16) Jesús prometió que después de Su resurrección, el Espíritu Santo vendría y “os guiará a toda la verdad.” Puesto que el Espíritu está en nuestro corazón, somos capaces de entender la verdad, especialmente respecto a los asuntos espirituales, de una forma en que los no creyentes no pueden. Pero nosotros tenemos la mente de Cristo en la Persona de Su Espíritu dentro de nosotros.

El Espíritu de Dios / El Señor / Cristo: (Mateo 3:16; 2 Corintios 3:17; 1 Pedro 1:11). Estos nombres nos recuerdan que el Espíritu de Dios es realmente parte de la divina Trinidad y que Él es Dios así como lo son el Padre y el Hijo. Él nos es revelado primeramente en la creación, cuando Él “se movía sobre la superficie de las aguas,” (Génesis 1:2), denotando Su participación en la creación, junto con la de Jesús, por quien “todas las cosas fueron hechas por medio de Él” (Juan 1:1-3). Vemos esta misma Trinidad de Dios nuevamente en el bautismo de Jesús, cuando el Espíritu desciende sobre Jesús y la voz del Padre es escuchada.

Espíritu de Vida: (Romanos 8:2) La frase “Espíritu de vida” significa que el Espíritu Santo es quien produce o da la vida, no que Él inicie la salvación, sino más bien que Él imparte la nueva vida. Cuando recibimos la vida eterna a través de Cristo, el Espíritu nos proporciona el alimento espiritual que es el sustento de la vida espiritual. Aquí nuevamente vemos al Dios Trino en acción. Somos salvados por el Padre a través de la obra del Hijo, y la salvación es sustentada por el Espíritu Santo.

Maestro: (Juan 14:26; 1 Corintios 2:13) Jesús prometió que el Espíritu les enseñaría y les recordaría a Sus discípulos “todas las cosas” que Él había dicho mientras estaba con ellos. Los escritores del Nuevo Testamento fueron movidos por el Espíritu para recordar y entender las instrucciones que Jesús dio para la formación y organización de la Iglesia, las doctrinas relativas a Él Mismo, los pasos para llevar una vida santa, y la revelación de las cosas por venir.



Testigo: (Romanos 8:16; Hebreos 2:4; 10:15) El Espíritu es llamado “testigo” porque Él verifica y da testimonio del hecho de que somos hijos de Dios, que Jesús y los discípulos que realizaron milagros fueron enviados por Dios, y que los libros de la Biblia son divinamente inspirados. Además, al otorgar los dones del Espíritu a los creyentes, Él nos da testimonio a nosotros y al mundo de que pertenecemos a Dios.




"¿Cuáles son los diferentes nombres y títulos de Jesucristo?"

Hay unos 200 nombres y títulos de Cristo que se encuentran en la Biblia. Los siguientes son solo algunos de los más importantes, organizados en tres secciones, relativas a los nombres que reflejan la naturaleza de Cristo, Su posición en la Trinidad de Dios, y Su obra en el mundo a favor nuestro.


La Naturaleza de Cristo

La Piedra angular:(Efesio 2:20) – Jesús es la piedra angular del edificio que es Su iglesia. Él amalgama juntamente a judíos y gentiles, hombres y mujeres – todos los santos de todas las épocas y lugares en una estructura construida por la fe en Él, la cual es compartida por todos.

Primogénito de toda creación:(Colosenses 1:15) – No que fuera la primera creación de Dios, como algunos incorrectamente discuten, porque el verso 16 dice que todas las cosas fueron creadas a través y para Cristo. Más bien, el significado es que Cristo ocupa el rango y preeminencia de primogénito sobre todas las cosas, que Él sustenta el rango más alto en el universo; Él es preeminente sobre todo lo demás; Él está a la cabeza de todas las cosas.

Cabeza de la Iglesia:(Efesios 1:22;4:15;5:23) – Jesucristo, no un rey ni un papa, es el único supremo soberano gobernante de la Iglesia – aquellos por quienes Él murió y que han puesto su fe únicamente en Él para salvación.

Santo:(Hechos 3:14;Salmo 16:10) – Cristo es santo, tanto en su divina como en Su humana naturaleza, así como la fuente de toda santidad para Su pueblo. Por Su muerte, somos hechos santos y puros delante Dios.

Juez:(Hechos 10:42;2 Timoteo 4:8) - El Señor Jesús fue señalado por Dios para juzgar al mundo y distribuir las recompensas de la eternidad.

Rey de reyes y Señor de señores:(1 Timoteo 6:15;Apocalipsis 19:16) – Jesús tiene dominio sobre toda autoridad sobre la tierra, sobre todos los reyes y gobernadores, y ninguno puede impedirle llevar a cabo Sus propósitos. Él los dirige como le place.

La Luz del Mundo:(Juan 8:12) – Jesús vino a un mundo entenebrecido por el pecado y derramó la luz de la vida y la verdad a través de Su obra y Sus palabras. Él ha abierto los ojos de aquellos que confían en Él para que caminen en la luz.

Príncipe de paz:(Isaías 9:6) – Jesús vino no a traer la paz al mundo mediante la ausencia de guerras; sino la paz entre Dios y el hombre que estaban separados por el pecado. Él murió para reconciliar a los pecadores con un Dios santo.

El Hijo de Dios:(Lucas 1:35;Juan 1:49) – Jesús es “el unigénito Hijo del Padre” (Juan 1:14). El título del “Hijo de Dios” es usado 42 veces en el Nuevo Testamento, lo que afirma la deidad de Cristo.

El Hijo del Hombre:(Juan 5:27) – Usado como contraste al “Hijo de Dios,” esta frase afirma la humanidad de Cristo, la cual existe junto con Su divinidad.

El Verbo:(Juan 1:1;1 Juan 5:7-8) – El Verbo, es la segunda Persona del Dios trino, quien habló y fue hecho, quien en la primera creación habló y creó todas las cosas de la nada, quien era desde el principio con Dios el Padre, y era Dios mismo, y por quien todas las cosas fueron creadas.

El Verbo de Dios:(Apocalipsis 19:12-13) – Este es el nombre dado a Cristo que es desconocido por todos excepto por Él mismo. Denota el misterio de Su divina Persona.

El Verbo de Vida:(1 Juan 1:1) – Jesús no solo habló las palabras que conducen a la vida eterna, sino que de acuerdo a este verso, Él es la Palabra misma de vida, respecto a la vida eterna de gozo y plenitud que Él provee.

Su posición en la Trinidad

Alfa y Omega:(Apocalipsis 1:8;22:13) – Jesús se declara a Sí mismo como el principio y el fin de todas las cosas, una referencia que pertenece solo al Dios verdadero. Esta declaración de eternidad, únicamente podría ser aplicada a Dios.

Emanuel:(Isaías 9:6;Mateo 1:23) – Literalmente “Dios con nosotros.” Tanto Isaías como Mateo, afirman que el Cristo que nacería en Belén, sería Dios Mismo, quien vendría a la tierra en forma humana para vivir entre Su pueblo.

Yo Soy:(Juan 8:58, con Éxodo 3:14) – Cuando Jesús se adjudicó a Sí mismo este título, los judíos trataron de apedrearlo por blasfemia. Ellos entendían que Él estaba declarando ser el Dios eterno, el inmutable Jehová del Antiguo Testamento.

Señor de Todos:(Hechos 10:36) – Jesús es el soberano gobernador sobre todo el mundo y de todas las cosas en el; de todas las naciones del mundo, y particularmente del pueblo elegido de Dios, tanto gentiles como judíos.

Dios verdadero:(1 Juan 5:20) – Esta es una directa aseveración de que Jesús, siendo el verdadero Dios, no solo es divino sino la Divinidad. Puesto que la Biblia enseña que solo hay un Dios, esto solo puede estar describiendo Su naturaleza como parte del Dios trino.

Su Obra en la tierra

El Autor y Consumador de nuestra Fe:(Hebreos 12:2) – La Salvación es realizada a través de la fe que es el don de Dios (Efesios 2:8-9), y Jesús es tanto el fundador como el consumador de ella. De principio a fin, Él es la fuente y sustentación de la fe que nos salva.

El Pan de la Vida:(Juan 6:35;6:48) – Así como el pan sostiene la vida en el sentido físico, Jesús es el Pan que proporciona y sostiene la vida eterna. Dios proveyó el maná en el desierto para alimentar a Su pueblo, y proveyó a Jesús para darnos la vida eterna a través de Su cuerpo, que fue partido por nosotros.

El Novio:(Mateo 9:15) – La personificación de Cristo como el Novio y la Iglesia como Su Novia, revela la relación tan especial que tenemos con Él.

El Libertador:(Romanos 11:26) – Así como los israelitas necesitaban que Dios los liberara de la esclavitud de Egipto, así Cristo es nuestro Libertador de la esclavitud del pecado.

El Buen Pastor:(Juan 10:11,14) – En los tiempos bíblicos, un buen pastor estaba dispuesto a arriesgar su propia vida para proteger a sus ovejas de los depredadores. Jesús puso Su vida por Sus ovejas, y Él nos cuida, nutre y alimenta.

El Sumo Sacerdote:(Hebreos 2:17) – El sumo sacerdote judío entraba en el templo una vez al año para hacer expiación por los pecados del pueblo. El Señor Jesús realizó esa función por Su pueblo en la cruz, una vez y para siempre.

El Cordero de Dios:(Juan 1:29) – La Ley de Dios requería el sacrificio de un cordero perfecto y sin mancha como expiación por el pecado. Jesús se convirtió en ese Cordero que mansamente permitió ser llevado al matadero, mostrando Su paciencia en Su sufrimientos y Su disposición para morir por los Suyos.

El Mediador:(1 Timoteo 2:5) – Un mediador es aquel que se coloca entre dos partes para reconciliarlas. Cristo es el único Mediador que reconcilia al hombre con Dios. El orar a María o a los santos es idolatría, porque ignoran este ministerio tan importante de Cristo, y le conceden la función de Mediador a alguien más.

La Roca:(1 Corintios 10:4) – Así como el agua fluyó para vida de la roca que golpeó Moisés en el desierto, Jesús es la Roca de la cual fluyó el agua viva de la vida eterna. Él es la Roca sobre quien construimos nuestras moradas espirituales, para que ninguna tormenta las pueda sacudir.

La Resurrección y la Vida:(Juan 11:25) – La encarnación de Jesús es el medio para resucitar a los pecadores a la vida eterna, así como Él resucitó de la tumba. Nuestro pecado es sepultado con Él, y somos resucitados con Él para una vida nueva.

Salvador:(Mateo 1:21;Lucas 2:11) – Él salvó a Su pueblo al morir y redimirlos, al darles el Espíritu Santo para renovarlos por Su poder, al permitirles vencer a sus enemigos espirituales, sosteniéndolos en las pruebas y en la muerte, y al resucitarnos en el día postrero.

La Vid Verdadera:(Juan 15:1) – La Vid Verdadera proporciona todo lo que las ramas (los creyentes) necesitan para producir el fruto del Espíritu – el agua viva de salvación y el alimento de la Palabra.

El Camino, la Verdad y la Vida:(Juan 14:6) – Jesús es el único camino a Dios, la única Verdad en un mundo de mentiras, y la única fuente verdadera de la vida eterna. Él personifica estas tres funciones en un sentido temporal y eterno.