sábado, 27 de septiembre de 2014


“LAS CUATROS MOVERES DEL ESPÍRITU SANTO”
Muchas personas y muchas iglesias están orando para avivamiento hoy. La mayoría del tiempo, ellos no comprenden lo que están pidiendo. Piensan que están orando para que Dios se mueva y la gente se salve, cuando en realidad, el avivamiento no se trata de salvación. Los inconversos no pueden ser reavivados. El avivamiento consiste del Espíritu Santo moviéndose dentro de nosotros para revivir la iglesia. Una vez que esto ocurre, el avivamiento puede salir de la Iglesia a fin de tocar la comunidad y traer la gente a la salvación.

Cuando viene el avivamiento, nosotros podemos identificar el mover del Espíritu Santo como viene en cuatro etapas. Un error muy fácil de cometer es el tratar de saltar una de estas etapas. Cada una de estas cuatro etapas son parte necesaria del avivamiento, y aquellas que acaso tú anhelas ignorar podrían ser las más importantes.

Cada una de estas etapas describe una parte diferente del carácter del Espíritu Santo, y lo que El está haciendo en nuestras vidas a través del avivamiento. Por lo tanto, examinaremos lo que son.

Cuando la gente habla del mover del Espíritu Santo, hay cuatro diferentes palabras que se usan para describir lo que sucede. Ellas son FUEGO, VIENTO, LLUVIA y ACEITE. Cada una de ellas pueden ser halladas en la biblia.

Fuego
El primer mover que viene es el fuego de Dios. El fuego en la biblia siempre representa la presencia y poder de Dios. En Deuteronomio 4:24 dice "Porque el Señor vuestro Dios es fuego consumidor, un Dios celoso." Tan temprano como Génesis, y tan tarde como Apocalipsis, vemos que Dios está representado por el fuego.

En el Antiguo Testamento, notamos que el fuego está usado por varias cosas, pero siempre como cosas santas que representan el carácter de Dios. Primero, como ya he mencionado, el fuego muestra el poder y la presencia de Dios. Siempre que vemos un retrato de Dios, El está mostrado como fuego. Esto es la gloria de Dios que vieron los profetas. Su gloria es tan resplandeciente y sobre poderosa que parece un fuego más brillante que el sol.

Mi ejemplo más favorito del poder de Dios siendo representado por el fuego es cuando Elías desafió los 400 profetas de Baal en un concurso para verificar cual Dios era verdaderamente Dios (1 Reyes 18:18-40). Debido a que el fuego es la demostración del poder de Dios, Satanás no tiene ningún poder sobre el fuego, y ninguna habilidad para crear el fuego. Dios mostró su poder por consumir el sacrificio, después que Elías ofreció una oración sencilla.

Debido a que el fuego es una representación del poder de Dios, también está usado en purificación y para ofrecer sacrificios a Dios. Todas las ofrendas hechos a Dios en el tabernáculo, con la excepción de la ofrenda mecida, fueron ofrendas hechas en fuego. Aun en la ofrenda de paz, en la cual la persona que hizo la ofrenda comió parte del animal, la parte dada a Dios fue destruida por el fuego.

Cuando algo está ofrecido a Dios en el fuego, no hay ninguna forma en que la persona que lo ofrece pueda usarlo para cualquier otro propósito después. Esto llega a ser literalmente algo que está completamente dedicado a Dios.

Muchas veces cuando Dios mandó a la nación de Israel para atacar a otra gente y tomar su tierra, El también les mandó destruir toda la ciudad con fuego. En estos casos, el fuego estaba siendo usado ambos en juicio, y como una manera parar dedicar todo lo capturado a Dios.

Podemos hallar un ejemplo de esto en el libro de Josué. Cuando la nación de Israel cruzó el Río Jordán, la primera ciudad a la que vinieron fue Jericó. Dios mandó a Josué para destruir todo con fuego, excepto los metales preciosos, que tuvieron que ir al tesoro del Señor (Josué 6:24).

Otra vez, vemos esto en 1 Samuel donde Dios le dijo al Rey Saúl (a través del profeta Samuel) de destruir los amalecitas, y destruir todo lo que ellos tenían (1 Samuel 15:3). Dios fue tan estricto tocante a la ciudad siendo destruida por fuego, que El rechazó a Saúl como rey, cuando Saúl falló en obedecer lo que Dios le había mandado hacer (1 Samuel 15:9-23). Dios no aceptó la excusa que Saúl le dio, que él quiso darle estas cosas como ofrenda. Dios mandó absoluta destrucción por fuego, y Saúl no le obedeció.

¿Qué pues, significa esto; que necesitamos el fuego, como el primer mover, para que la gente vea que el poder de Dios obre en nuestro avivamiento? No, esto no es la razón. Nosotros necesitamos el fuego de Dios para que nos limpie y purifique; purificando la escoria fuera de nuestras vidas. "También volveré mi mano contra ti, te limpiaré de tu escoria como con lejía, y quitaré toda tu impureza" (Isaías 1:25). Una vez que la escoria está quitada de nuestras vidas, entonces Dios puede moverse más libremente en medio de nosotros.

"Y El se sentará como fundidor y purificador de plata, y purificará a los hijos de Leví y los acrisolará como a oro y como a plata, y serán los que presenten ofrendas en justicia al Señor."
Malaquías 3:3.

"Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios..."1 Pedro 4:17.

Antes de que esperemos que Dios traiga gente a nuestras iglesias, nosotros demos llegar a ser un vaso que está listo y dispuesto para recibir aquella gente. La purificación sacará aquellas cosas de nosotros que han ido impidiéndonos para acercarnos a Dios. No podemos esperar que Dios obre por nosotros para impactar el mundo; hasta que él obre en nosotros haciéndonos más parecidos a Su Hijo Jesús.

Mientras que el fuego nos purifica, la escoria que está siendo quemada llega a ser una ofrenda al Señor. El acepta aquellas cosas en nuestras vidas que no le glorifican, como un regalo agradable cuando están ofrecidos a El. El fuego les convierte en un dulce incienso fragante en Su nariz.

Después de pasar por el fuego, llegamos a ser lo que Dios necesita que seamos. No más, somos vasos comunes, hechos de las cosas del mundo; ahora somos vasos preciosos, vasos que han sido hechos únicamente para el uso del Maestro. Llegamos a ser algo que es capaz de cargar la gloria de Su presencia, sin mermar Su perfección. Mientras que el mundo nos mira, ellos verán solamente en nosotros algo que bellamente carga lo que Dios puso dentro.

"Ahora bien, en una casa grande no solamente hay vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro, y unos para honra y otros para deshonra. 21 Por tanto, si alguno se limpia de estas cosas, será un vaso para honra, santificado, útil para el Señor, preparado para toda buena obra." 2 Timoteo 2:20-21.

Jesús sabía la necesidad de que el fuego viniera. En Lucas 12:49 El dijo: "Yo he venido para echar fuego sobre la tierra; y ¡cómo quisiera que ya estuviera encendido!" ¿Por qué quiso este fuego? Porque sabía los resultados que el fuego traería.

Necesitamos buscar y anhelar el fuego también. Aunque ésta es la parte que duele, también es la parte que trae sanidad. Dios no puede traer los otros moveres de avivamiento hasta que pasemos por el fuego. Sin embargo, la mayoría del tiempo, miramos al fuego como una cosa mala, porque tenemos miedo de lo que perderemos. Esta es una actitud errónea; no perderemos; ganaremos. Aquellas cosas que Dios sacará a través del fuego son las cosas que están dañándonos. Después, nosotros habremos ganado un celo y una pasión por Dios, que es tan grande que sobre vence cualquier cosa que esté puesta en su camino.

Juan el Bautista habló de Jesús que traería un bautismo de fuego. El dijo: "Yo a la verdad os bautizo con agua para arrepentimiento, pero el que viene detrás de mí es más poderoso que yo, a quien no soy digno de quitarle las sandalias; El os bautizará con el Espíritu Santo y con fuego" (Mat 3:11). Esto se cumplió en el libro de Hechos, en el día de Pentecostés.

"Y se les aparecieron lenguas como de fuego que, repartiéndose, se posaron sobre cada uno de ellos." Hechos 2:3.

¿Qué ves, en tu imaginación cuando piensas de esto? Si tú eres como la mayoría de los cristianos, lo que ves son pequeñas flamas de fuego del tamaño de una mano sentadas sobre la cabeza de cada persona. Pero esto no es lo que ve Dios. Parecido a la zarza que ardía en Éxodo 3:3 que fue consumido por el fuego, también ellos fueron envueltos por el fuego del Espíritu Santo.

Dios está buscando hoy envolvernos con Su fuego. Necesitamos el fuego para cubrirnos y saturar cada parte de nuestras vidas. No solamente un pequeño fueguito para mostrar Su luz, sino una fogata ardiente para dispersar la oscuridad alrededor de nosotros.

"Y de los ángeles dice: El que hace a sus ángeles, espíritus, y a sus ministros, llama de fuego."
Hebreos 1:7…  Salmos 104:4.

Este fuego que envía Dios nos cubrirá completamente y nos hará llamas de fuego para El. Mientras que esto sucede, nosotros llegaremos a ser aquel "sacrificio vivo" que Pablo nos animó a llegar a ser. Nuestras vidas no más brillarán con nuestra propia gloria, sino con la gloria de Dios el Padre.

"Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional."
Romanos 12:1.

Oh Señor, envía tu fuego pronto, porque esto es lo que verdaderamente necesitamos. Es posible que actuemos como si no nos gustará este fuego. Tal vez, lloraremos y murmuraremos un poquito. Pero, Señor, si vamos a tener verdadero avivamiento, sabemos que necesitamos tu fuego. Estamos dispuestos Señor, a que todo nuestro ser sea quemado por tu fuego, para que podamos llegar a ser una antorcha ardiente para ti, en este mundo oscuro.

Viento
El viento del Espíritu Santo es el mover que trae cambio. Cada vez que vemos el Espíritu Santo moviéndose sobre la faz de la tierra, vemos el viento como el agente que trae cualquier cambio. En el día de Pentecostés, en el principio del libro de Hechos, es la "ráfaga de viento impetuoso" (Hechos 2:2) que trae el fuego del Espíritu Santo a los 120 que fueron reunidos en el aposento alto (Hechos 2:3).

Hay una obra que pasa a través de la combinación del fuego y del viento. El fuego reduce todo lo que consume a cenizas. Sin embargo, sin el viento, aquellas cenizas quedarán en el mismo lugar. Cuando viene el viento, sopla fuera las cenizas, dejando una superficie limpia y fresca.

Nosotros no podemos verdaderamente tener avivamiento sin el viento del Espíritu Santo. En mis enseñanzas anteriores, yo he hablado sobre el poder de nuestras tradiciones. Cuando entramos en avivamiento, Dios necesita quitar algunas de las maneras (tradiciones) en que hacemos cosas, y reemplazarlas por la manera en que El quiere que las hagamos.

¿Cuáles cosas va a cambiar y quitar el viento? Yo no sé, solamente lo sabe Dios. Sin embargo, puedes estar seguro que el viento del Espíritu empezará a soplar a través de la casa, quitando aquellas cosas que necesitan ser quitadas, y cambiando aquellas que necesitan ser cambiadas. No tengas miedo del viento, está moviéndose para tu beneficio. No luches con él, o tú retrasarás la obra que Dios está intentando efectuar.

Cuando el viento del Espíritu comienza a soplar en nuestras vidas, trae vida con ello. Recuerda, el propósito del avivamiento es resucitar a un creyente tibio o muerto a una relación ardiente y apasionada de nuevo con Cristo.

En el capítulo treinta y uno del libro de Ezequiel, el profeta tuvo una visión sobre los huesos secos. Cuando el profetizó a aquellos huesos la primera vez, la carne vino sobre los huesos, pero no hubo "aliento" (vida) en ellos. No fue hasta que él profetizó la segunda vez que la vida entró en los huesos secos.

"Entonces El me dijo: Profetiza al espíritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: "Así dice el Señor Dios: Ven de los cuatro vientos, oh espíritu, y sopla sobre estos muertos, y vivirán." 10 Y profeticé como El me había ordenado, y el espíritu entró en ellos, y vivieron y se pusieron en pie, un enorme e inmenso ejército." Ezequiel 37:9-10.

La primera vez que Dios le dijo a Ezequiel que profetizara, él profetizó a los huesos. La segunda vez, profetizó al viento. No fue, hasta que el viento del Espíritu sopló sobre los huesos, ahora cubiertos con carne, que entró la vida en ellos.

Nosotros tenemos carne en nuestras iglesias. De hecho tenemos demasiada carne. Ganamos una apariencia de estar vivos por tener nuestros huesos cubiertos por la carne. Tenemos nuestros programas y servicios, y juntas para planear, y varios ministerios para ministrar a las necesidades de diferentes grupos, pero sin el viento del Espíritu Santo, no hay ninguna vida, únicamente una apariencia de vida.

Mira otra vez en el libro de Ezequiel; dice, "Ven de los cuatro vientos" (Ezequiel 37:9). Hay cuatro vientos, porque el viento viene de cuatro diferentes direcciones, cada uno de ellos trae su propio tipo de cambio.

Cuando el viento viene del Este, es caliente y marchita. En el sueño de Faraón, él vio que fue el viento del Este, que marchitó las espigas de grano (Génesis 41:23). Hay cosas en nuestras vidas que necesitan ser marchitadas. Aunque parecen por fuera que son cosas buenas, ellas están llenas de toxinas de una infección interna. Cuando el viento del Este viene, causará que estas cosas se marchiten, para que ellas salgan de nuestras vidas.
Mientras que el viento del Este se calla, y está reemplazado por el viento del Sur, sentimos la llegada de un calorcito (Job 37:17). Este calorcito calma nuestras almas y trae la "la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento" (Fil 4:7).
Necesitamos esta paz porque nuestra tendencia natural es resistirnos al cambio. Tendemos a ponernos miedosos cuando estamos pasando por cambios, porque preferimos lo conocido, no importa que tan malo pueda ser. Puede ser que nosotros sabemos que necesitamos el cambio, pero de la misma forma, lo resistimos. Sin embargo, cuando Dios se está moviendo, la mejor señal a nuestros espíritus es la paz que El nos da.
Después de esto, nosotros sentimos el viento viniendo del Norte. Esto es un viento fresco que limpia. Aunque hay unas cosas que están dentro de nosotros y necesitan ser sacadas por el viento del Este, hay otras que están apenas en la superficie y necesitan ser sopladas fuera. Este viento se encargará de aquellas cosas.

"Ahora los hombres no ven la luz que brilla en el firmamento; pero pasa el viento y lo despeja. 22 Del norte viene dorado esplendor: majestad impresionante alrededor de Dios."
Job 37:21-22

Jesús ha provisto Su sangre para lavarnos, y el viento actúa como el brazo del Espíritu Santo que aplica la sangre de Jesús sobre nosotros. Cuando salimos del otro lado, somos lavados y emblanquecidos (Apocalipsis 7:14).
Finalmente, necesitamos recibir el viento del oeste. Esto es el viento que trae la lluvia.

Lluvia
Después del fuego y el viento, la lluvia se siente maravillosa. Mucha gente hoy están orando por la lluvia, pero hemos descuidado orar por el fuego y el viento. Ellos faltan en el proceso de preparación que es necesario a fin de tener la lluvia.
Si vamos a tener avivamiento, necesitamos todo lo que Dios quiere derramar sobre nosotros. Si un granjero no hará el sembrado, y no prepara la tierra, todo lo que puede hacer la lluvia es apenas mojar la superficie un poquito, y luego alcanza que el agua cae en la reguera. No importa que tanta lluvia Dios traiga, ella no trae ningún beneficio a aquel granjero. La única cosa que puede hacer es ayudar el crecimiento de las cizañas.
Pero, cuando el granjero ha trabajado para suavizar la tierra, aquella lluvia es capaz de penetrar profundamente en la tierra. Su tierra recibirá el máximo beneficio de cada gota de lluvia.
Jesús dijo una parábola de semillas siendo sembrando en cuatro tierras diferentes.
"Respondiendo Simón, dijo: Maestro, hemos estado trabajando toda la noche y no hemos pescado nada, pero porque tú lo pides, echaré las redes. 6 Y cuando lo hicieron, encerraron una gran cantidad de peces, de modo que sus redes se rompían; 7 entonces hicieron señas a sus compañeros que estaban en la otra barca para que vinieran a ayudarlos. Y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían. 8 Al ver esto, Simón Pedro cayó a los pies de Jesús, diciendo: ¡Apártate de mí, Señor, pues soy hombre pecador!"
Lucas 5:5-8
Estas tierras se refieren a nuestros corazones, no solamente los corazones de los inconversos que escuchan el evangelio por primera vez. Si el fuego y el viento no preparan nuestros corazones, entonces cuando viene la lluvia, no nos penetrará profundamente para cumplir la obra que Dios le ha enviado hacer.
No ores solamente para la lluvia. Ora para el fuego, ora para el viento. Déjalos venir y prepárate. Recibe todo que Dios quiere darte. Acepta el bautismo de fuego, para que tú puedas llegar a ser aquella "buena tierra" sobre la cual la lluvia puede descender.
Nos gusta la lluvia debido al refrigerio que trae. Después del fuego abrasante, y el trastorno que trae el viento, la lluvia fresca nos parece maravillosa.
Pero, esto no es todo que hace la lluvia. El propósito de la lluvia es traer el crecimiento. La razón porque necesitamos el avivamiento es porque no estamos madurando suficientemente rápido. El Señor va a regresar por una Novia sin manchas, sin arrugas y sin defectos. Aunque estamos rumbo a aquella meta a través de nuestro crecimiento cristiano, no nos estamos moviendo suficientemente rápido. A la velocidad de nuestro crecimiento presente, no alcanzamos aquel punto en nuestras vidas.
Cada mover del Espíritu Santo construye sobre el mover anterior. Ya en el inicio del siglo anterior hubo el derramamiento pentecostés. En aquel avivamiento, la gente fue bautizada en el Espíritu Santo. Luego vino el avivamiento carismático. Dios añadió los dones del Espíritu al bautismo del Espíritu Santo. Esto es el tipo de proceso que trae un avivamiento.

El mover que viene hoy es uno de pureza, rendición y santificación. El Cuerpo de Cristo como conjunto, debe pasar a través de este próxima etapa de crecimiento.
Hay dos tipos de crecimiento que la lluvia trae. Primero, trae crecimiento interno. El proceso de maduración del avivamiento sucede por la lluvia. Esto es donde se ve que el Espíritu Santo nos trae nuevas manifestaciones, que son parte de aquel avivamiento particular.
Nuestro segundo crecimiento que viene por la lluvia es el crecimiento externo. Esto es donde el Señor empieza a traer nueva gente a la Iglesia. Debemos pasar a través del fuego y el viento antes que vengan nuevas personas. ¿Por qué? Seamos honestos, no hay mucha razón para que la gente venga ahora. Cuando el mundo mira a los cristianos, todo lo que ellos ven es un grupo de perdedores. Necesita haber algo muy diferente respecto a nosotros, para atraerles. No solamente diferente, sino poderosamente, milagrosamente diferente.
Una vez que el fuego y el viento han venido, el mundo definitivamente verá algo que nunca ha visto antes. Ellos verán a personas que están enteramente rendidas al Señor, que están firmes en su fe, y pueden confirmarla a través del poder del Espíritu Santo. Esto es lo que están esperando.
Cuando llegamos a este punto, nosotros empeceremos a ver el mundo correr a nuestras puertas en busca de respuestas. No sucederá a causa del evangelismo, sino porque ellos están lastimados y buscan una respuesta que el mundo no puede darles. No serán atraídos por nuestros esfuerzos, sino por nuestras vidas. El Espíritu Santo se moverá en sus corazones, mostrándoles sus necesidades y permitiéndoles ver como Dios ha provisto por las necesidades de su gente.
Cuando la gente habla tocante al avivamiento, ellos piensan en esta parte. Comúnmente hablan sobre "tener una "campaña de avivamiento" e invitar un evangelista a ministrar por una semana para que esperanzadamente algunas personas sean salvas.
La idea de Dios acerca del avivamiento es revivir a su gente de nuevo. De esta manera el "evangelismo" viene naturalmente, o quizá debo decir sobrenaturalmente.
En el grande avivamiento Escocés, casi el país entero corrió a las iglesias. Hubo tanto crecimiento increíble que ellos tuvieron que construir una iglesia en casi cada esquina. Aun hoy día, se puede ver aquellas mismas iglesias. Muchas de ellas están casi vacías, pero ellas ya existen como tributos a lo que el Espíritu Santo hizo dentro de unos pocos meses.
El avivamiento Escocés duró solamente nueve meses. Ello impactó tanto el país, que por el fin de aquel periodo, las policías estaban al punto de no tener trabajo. No debido a los predicadores en las calles o por los tratados. Fue porque Dios había obrado en los corazones de Su pueblo, y entonces El mostró a la gente del mundo que Su gente tenía algo que ellos necesitaban. ¡Solamente nueve meses para cambiar una nación entera!

Aceite
El aceite del Espíritu Santo representa el poder ungido que fluye en y por nuestras vidas. Una vez que hemos sido purificados por el fuego, hemos tenido cosas que han sido puestas en orden por el viento, y hemos sido traídos a la madurez por la lluvia, el aceite puede fluir en nuestras vidas.
Dios ya ha provisto cada parte del poder de Su unción que es necesario en tu vida y ministerio. El hecho de que tú eres llamado cristiano, requiere que seas ungido por Dios para el ministerio. Dios no llama a alguien y luego le deja avanzar torpemente a solas. No, cuando El llama, El capacita, unge, y provee. La unción está disponible para ti, ahora mismo.
Que tanto de aquel aceite ungido sale de ti, depende de que tan enteramente te rindas a la voluntad de Dios. Esto es por lo cual necesitamos los otros moveres antes del aceite. El avivamiento nos llevará a un lugar donde somos totalmente rendidos a la voluntad de Dios. En este punto llegamos a ser vasos puros a través de los cuales el aceite puede fluir fácilmente. Dios no aumenta la unción en nosotros en este punto. Más bien, mientras que somos purificados, nosotros apropiamos más y más de esta unción disponible.
En cierto sentido, llegamos a un lugar donde Dios puede confiar en nosotros su unción. Si el Espíritu Santo se mueve en poder a través de un vaso impuro, esto puede tener varios efectos negativos. Primeramente, la unción podía ser usada por el motivo erróneo, tal como levantarse en orgullo, en lugar de dar la gloria a Dios. Segundo, la unción podía llegar a ser "ensuciada" al fluir a través de un vaso impuro. En vez de salir y cumplir para el propósito original de Dios, podía salir y causar algún daño, no importa si el vaso quería hacerlo o no. También, hay el efecto que tendría sobre aquel vaso. Para que alguien mirara el rostro de Dios sin ser purificado traerá su muerte. No porque Dios le mataría, sino porque la gloria de Dios causará que aquel hombre muera de sus propios pecados.
En otro sentido, Dios está esperando que lleguemos a un punto donde haremos cualquier cosa necesaria para tener la unción. Lee algunos relatos del ministerio de Smith Wigglesworth algun día. O bien, mira a la vida de Katheryn Kuhlman. Dios les tenía haciendo todo tipo de cosas que parecían insensatos en lo natural. Pero, Dios se movió a través de aquellas actividades insensatas.
Muchas veces, oramos que Dios se mueva, pero no estamos dispuestos a hacer algo que parezca insensato a fin de permitir que Dios se mueva. Rechazamos declarar que estamos sanados si no vemos la manifestación, ¿cómo pues podemos hacer algo tremendamente valiente (sin temor), si no podemos aun hacer esto? La verdadera unción requiere verdadera obediencia.
Por lo tanto, que tan ungido esté un cristiano en un tiempo particular no depende de Dios, depende de aquel individuo. El "nivel de unción" puede fluctuar arriba y abajo, dependiendo de donde esté aquella persona en su caminar (intimidad) con el Señor.
Cuando estamos en esta etapa del avivamiento, vemos un aumento en los milagros. Escucharemos más misterios de Dios revelados por las profecías. Las sanidades espontáneas ocurrirán, sin que nadie les imponga las manos, ni oren. Las cargas caerán de la gente. Los demonios saldrán a nuestra orden.

"Quebrantaré a Asiria en mi tierra, y la pisotearé sobre mis montes. Entonces su yugo se les quitará de encima, y su carga será quitada de sus hombros."
Isaías 14:25
El propósito de la unción es destruir yugos y ataduras, y quitar cargas. Esto es lo que veremos en esta etapa del avivamiento. La gente de las calles entrará, agobiados con su pecado, adicciones, daños, demonios y ataduras. Una vez que ellos entran a la presencia de Dios que estará allí, aquellas cosas les serán quitadas.

Jesús "…anduvo haciendo bien y sanando a todos los oprimidos por el diablo…" ¿Por qué? Porque "…Dios estaba con El" (Hechos 10:38). Cuando alcanzamos este punto en nuestro caminar con el Señor, entonces nosotros también estaremos en el lugar donde Dios está con nosotros. Es Su presencia en medio de nosotros que quebrantará estos yugos y quitará aquellas cargas; no tiene nada que ver con nosotros.
Realmente, para que la presencia de Dios sea con nosotros tan fuerte, necesitamos nosotros estar fuera del camino (dejar el control a Dios). Literalmente, debemos morir a nosotros, para que la única cosa que la gente vea cuando nos mire sea al Señor.
Jesús dijo que él hacía únicamente las cosas que veía a su Padre hacer (Juan 5:19). El fue tan íntimo con Dios el Padre que podía ver lo que el Padre estaba a punto de hacer, y él llegó a ser parte de aquella acción. El Padre dirige, el Espíritu Santo da poder, y el Hijo declaró lo que el Padre y el Espíritu Santo estaban haciendo.
El Señor no tiene menos deseo de moverse sobre la tierra hoy que él tenía hace 2,000 años. La diferencia es que en aquella época él estuvo en cuerpo humano, y hoy él necesita obrar a través de nuestros cuerpos. La única cosa que necesita es un vaso puro.
Nunca debemos dar mal uso a la unción. En capítulo diez del libro de Levítico, Moisés dirigió Aarón que "Ni siquiera saldréis de la entrada de la tienda de reunión, no sea que muráis; porque el aceite de unción del Señor está sobre vosotros…" (Levítico 10:7). Esto fue a un tiempo que los hijos de Aarón habían mal usado la unción. Su error les costó sus vidas. Sin embargo, Aarón aun no pudo salir de la presencia de Dios para lamentar la muerte de sus propios hijos. La unción de Dios es santa; nunca debemos permitir que algo interfiera con ella.

"Y derramó del aceite de la unción sobre la cabeza de Aarón y lo ungió, para consagrarlo."
Levítico 8:12

"Entonces Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos; y el Espíritu del Señor vino poderosamente sobre David desde aquel día en adelante…"
1 Samuel 16:13.
Ungir significa frotar, untar o vertir. En otras palabras, significa totalmente cubrir y saturar con el aceite. ¿Recuerda cuando estaba hablando del fuego y yo dije que les cubrió totalmente? Cuando pasamos suficiente tiempo en el fuego, salimos totalmente cubiertos con aceite.
Si tú estás cubierto de aceite, y alguien te toca, tú vas a poner aceite sobre ellos. No tendrás que tratar de hacerlo, simplemente sucederá. De hecho, tú no podrás evitar poner aceite sobre ellos, si quieres o no.
Pedro estaba tan cubierto con aceite que la gente enferma fueron llevados a las calles a fin de que su sombra les cayera (Hechos 5:15). Su sombra no tuvo nada que hacer con sanar la gente. El Espíritu Santo estaba sobre él de una manera tan poderosa, que el acercarse a él trajo como resultado en que aquella gente recibiera alguna de su aceite sobre ellos. Esto es el lugar a donde Dios anhela llevarnos hoy en día.
Cuando uno tiene el aceite, tiene todo lo que necesita. En el Segundo de Reyes, capítulo cuatro, hubo una mujer que fue viuda. Ella tenía muchas deudas, y vino a Eliseo en busca de una respuesta. Él le contestó:
"Y Eliseo le dijo: ¿Qué puedo hacer por ti? Dime qué tienes en casa. Y ella respondió: Tu sierva no tiene en casa más que una vasija de aceite. 3 Entonces él le dijo: Ve, pide vasijas prestadas por todas partes de todos tus vecinos, vasijas vacías; no pidas pocas. 4 Luego entra y cierra la puerta detrás de ti y de tus hijos y echas el aceite en todas estas vasijas, poniendo aparte las que estén llenas.
2 Reyes 4:2-4…
La única cosa que tenía aquella mujer fue algo de aceite, pero acabó siendo suficiente para proveer cada una de sus necesidades. Ella no solamente vertió bastante aceite de aquella vasija para pagar sus deudas, pero también tenía bastante para vivir de le que quedó (2 Rey 4:7).
Dios desea proveer todas nuestras necesidades conforme a sus riquezas en gloria (Fil 4:19). Pero para poder hacer esto requiere que nosotros nos pongamos en aquel lugar donde tenemos el aceite. Dios no obra cuando estamos retirados de Él, por ninguna o poca intimidad, El únicamente obra en el presente. Si queremos Su mejor, debemos estar donde El está. El verdadero avivamiento nos llevará a aquel lugar.
El aceite trae gozo a nuestras vidas (Sal 45:7…  Isaías 61:3). También trae sanidad (Lucas 10:34…  Santiago: 5:14). Esto es parte de la provisión que recibimos cuando alcanzamos este cuarto mover del Espíritu Santo.
En fin, yo debo decir que el aceite es esencial para el Caminar Cristiano. Jesús dijo una parábola de las diez vírgenes. En esta parábola, el punto clave por determinar si las vírgenes fueron insensatas o sabias fue basado en su provisión de aceite. Yo he parafraseado esta parábola aquí, solamente hice unas comunes substituciones admisibles.
Entonces el reino de los cielos será semejante a diez cristianos que tomando el testigo de sus vidas, salieron a recibir al Señor. 2 Y cinco de ellas estaban solamente siguiendo sus tradiciones, y cinco estaban verdaderamente buscando la voluntad de Dios. 3 Porque aquellas que solamente seguían sus tradiciones, al tomar el testigo de sus vidas, no tomaron ninguna unción consigo, 4 pero aquellas que verdaderamente buscaban la voluntad del Señor tomaron unción en sus ministerios junto con el testigo de sus vidas. 5 Al tardarse el Señor, todas estuvieron atareadas con sus vidas y trabajos. 6 Pero a medianoche se oyó un clamor: "¡Aquí está el Señor! Salid a recibirlo." 7 Entonces todos aquellos cristianos se levantaron y arreglaron el testigo de sus vidas. 8 Y aquellos que solamente seguían sus tradiciones dijeron a los que verdaderamente buscaban la voluntad del Señor: "Dadnos de vuestra unción, porque los testigos de nuestras vidas se apagan." 9 Pero aquellos que verdaderamente buscaban la voluntad del Señor las prudentes respondieron, diciendo: "No, no sea que no haya suficiente para nosotras y para vosotras; id más bien al Espíritu Santo y recibid para vosotras." 10 Y mientras ellas iban a recibir, vino el Señor, y las que estaban preparadas entraron con él al rapto de bodas, y empezó la tribulación. 11 Después vinieron también los otros cristianos, diciendo: "Señor, señor, ábrenos." 12 Pero respondiendo él, dijo: "En verdad os digo que no os conozco." 13 Velad, pues, porque no sabéis ni el día ni la hora.
Mateo 25:1-13.
¿En cuál de los grupos estás tú, en el de los insensatos o los sabios? Nosotros debemos diligentemente buscar los cuatros moveres del Espíritu, para que seamos juzgados sabios, porque tenemos el aceite.
Estas cuatro etapas pueden ocurrir en la vida de un individuo, en una iglesia o en afectar toda la comunidad. El avivamiento corporal es simplemente numerosos avivamientos ocurriendo al mismo tiempo y en el mismo lugar. Hay una sinergia que ocurre por mucha gente anhelando y buscando ser cambiadas por el avivamiento en el mismo tiempo. Pero, aun si nadie más quiere ser avivado, un creyente individual puede tener avivamiento en su propia vida.
Alguna gente no quedrá recibir en un avivamiento no importa que tantas bendiciones reciben otra gente. Hay siempre unas personas que están satisfechos como son, y no quieren ningún cambio. Sin embargo, nosotros nunca debemos permitir que esto nos detenga de entrar en avivamiento. Busca el mover fresco del Espíritu Santo en tu propia vida, y déjale encender un fuego dentro de ti.
Puesto que toma tiempo para que estos cuatro moveres ocurran, no debemos tardarnos, sino empecemos a orar por el fuego ahora. De esta manera, estaremos en el buen lugar donde tenemos el aceite cuando lo necesitamos.


Dios desea vivificar la Iglesia de hoy. ¿Estás listo a recibirlo, o eres uno de aquellos que prefieren que esto no les suceda a ellos? ¿Estás satisfecho como eres en este momento o quieres recibir todo lo que Dios tiene para ti?

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